El espacio
que hay entre la superficie terrestre y la ionosfera constituye una cavidad por
la que resuena el campo electromagnético terrestre. Parecido a la caja de
resonancia de una guitarra o de un violín el espacio entre la superficie y la
ionosfera permite que se propague un pulso electromagnético cuya frecuencia es
de 7,5 Herzios. También resuenan los múltiplos de la frecuencia dominante en ciclos
de 15 Hz, 22,5 Hz, etc.