miércoles, 8 de octubre de 2014

La leyenda del Big Foot


La existencia de especies perdidas o aisladas salta de vez en cuando a la opinión pública para escepticismo de unos y burla de otros. Sólo una minoría cree en la existencia de tales especies y sostienen su idea en testigos, fotos y documentales. Yo soy escéptico a este respecto, me limito a describir los hechos de un modo breve.

Una de estas leyendas se atiene a la existencia del Big Foot (pie grande) hermanado con el Yeti, una criatura con rasgos simiescos que mide entre dos y tres metros de altura y que tiene el cuerpo cubierto de pelo. Se cree que vive en bosques remotos alejado de las poblaciones humanas aunque a veces, muy pocas, ha tenido contacto directo con humanos. Los escépticos entienden que al no haberse encontrado restos físicos de ningún ejemplar: cadáveres, huesos, piel, pelos, excrementos u otros rastros físicos, el Big Foot es una criatura mitológica e irreal.

Un caso de contacto de directo fue el de Albert Ostman, un buscador de minerales que se hallaba en un bosque remoto situado en Toba Inlet, una zona boscosa de Canadá. Una noche, en 1924, mientras dormía al raso fue secuestrado por un Big Foot. Ostman mantuvo hasta el día de su muerte que el secuestro fue real, según cuenta el buscador de minerales la criatura lo levantó del suelo con una fuerza descomunal junto con su manta y su rifle y cargó con él durante tres horas. Al llegar a su guarida la criatura lo arrojó dentro, la estancia estaba a oscuras, Ostman tuvo que esperar al amanecer para comprobar que se hallaba ante una familia de pies grandes, el padre, la madre y dos hijos de cada sexo. 

Allí estuvo unos días y relató que el trato que le dispensaron fue correcto, por eso no hizo uso del rifle. Llegó a pensar que el secuestro tuvo por intención casarlo con la hija, no se le ocurrió otra razón para su insólita experiencia. También se percató de que eran vegetarianos, esto le permitió escapar. Le ofreció al padre de la familia, el mismo que lo secuestró, una lata llena de tabaco para mascar. El Big Foot se comió todo el tabaco y al rato se sintió enfermo, abandonó la guarida en compañía de la familia para purgarse en el bosque y beber agua, Ostman aprovechó la oportunidad para salir a escape.
Albert Ostman
Otro contacto directo, esta vez más reciente, tuvo lugar en 1967 en un parque nacional de California. Roger Patterson y su amigo Robert Gimlin cabalgaban por aquella zona con una cámara de rodaje de 16 mm atentos a la naturaleza. Los caballos se sobresaltaron ante la aparición inesperada de un Big Foot hembra, la vieron y la olieron. Patterson empezó a grabar con la cámara y su vídeo ha sido objeto de acalorados debates, pero parece cierto que no es un montaje. Esto no quiere decir que la criatura exista, se han expuesto diversas hipótesis que contradicen la existencia del pie grande hembra, pero la autencidad del vídeo parece clara. 

Aunque una cosa no tiene que ver con la otra, y teniendo en cuenta que la criatura mide más de dos metros (según los testigos), resulta curioso constatar que el registro de ejemplares gigantes se encuentra en la Biblia. En el Génesis 6, 4, se dice que:

“Por entonces y también en épocas posteriores, cuando los hijos de Dios cohabitaban con las hijas de los hombres y éstas tuvieron hijos, aparecieron en la Tierra los gigantes. Éstos son los esforzados varones de los tiempos primeros, los héroes famosos”.

Mi escepticismo saludable sobre esta cuestión me obliga a ser imparcial, expongo los datos de un modo resumido para que el lector conozca esta leyenda y saque sus conclusiones.

                                   El vídeo de Roger Patterson