La existencia
de especies perdidas o aisladas salta de vez en cuando a la opinión pública para
escepticismo de unos y burla de otros. Sólo una minoría cree en la existencia
de tales especies y sostienen su idea en testigos, fotos y documentales. Yo soy
escéptico a este respecto, me limito a describir los hechos de un modo breve.
Una de
estas leyendas se atiene a la existencia del Big Foot (pie grande) hermanado
con el Yeti, una criatura con rasgos simiescos que mide entre dos y tres metros
de altura y que tiene el cuerpo cubierto de pelo. Se cree que vive en bosques
remotos alejado de las poblaciones humanas aunque a veces, muy pocas, ha tenido
contacto directo con humanos. Los escépticos entienden que al no haberse
encontrado restos
físicos de ningún ejemplar: cadáveres, huesos, piel, pelos, excrementos u otros
rastros físicos, el Big Foot es una criatura mitológica e irreal.
Un caso de contacto de directo fue el de Albert Ostman, un
buscador de minerales que se hallaba en un bosque remoto situado en Toba Inlet,
una zona boscosa de Canadá. Una noche, en 1924, mientras dormía al raso fue
secuestrado por un Big Foot. Ostman mantuvo hasta el día de su muerte que el
secuestro fue real, según cuenta el buscador de minerales la criatura lo
levantó del suelo con una fuerza descomunal junto con su manta y su rifle y
cargó con él durante tres horas. Al llegar a su guarida la criatura lo arrojó
dentro, la estancia estaba a oscuras, Ostman tuvo que esperar al amanecer para
comprobar que se hallaba ante una familia de pies grandes, el padre, la madre y
dos hijos de cada sexo.
Allí estuvo unos días y relató que el trato que le
dispensaron fue correcto, por eso no hizo uso del rifle. Llegó a pensar que el
secuestro tuvo por intención casarlo con la hija, no se le ocurrió otra razón
para su insólita experiencia. También se percató de que eran vegetarianos, esto
le permitió escapar. Le ofreció al padre de la familia, el mismo que lo
secuestró, una lata llena de tabaco para mascar. El Big Foot se comió todo el
tabaco y al rato se sintió enfermo, abandonó la guarida en compañía de la
familia para purgarse en el bosque y beber agua, Ostman aprovechó la oportunidad
para salir a escape.
Albert Ostman |
Otro contacto directo, esta vez más reciente, tuvo lugar en
1967 en un parque nacional de California. Roger Patterson y su amigo Robert Gimlin cabalgaban por aquella
zona con una cámara de rodaje de 16 mm atentos a la naturaleza. Los caballos se
sobresaltaron ante la aparición inesperada de un Big Foot hembra, la vieron y
la olieron. Patterson empezó a grabar con la cámara y su vídeo ha sido objeto
de acalorados debates, pero parece cierto que no es un montaje. Esto no quiere
decir que la criatura exista, se han expuesto diversas hipótesis que contradicen
la existencia del pie grande hembra, pero la autencidad del vídeo parece clara.
Aunque una cosa no tiene que ver con la otra, y teniendo en
cuenta que la criatura mide más de dos metros (según los testigos), resulta
curioso constatar que el registro de ejemplares gigantes se encuentra en la
Biblia. En el Génesis 6, 4, se dice que:
“Por entonces y también
en épocas posteriores, cuando los hijos de Dios cohabitaban con las hijas de
los hombres y éstas tuvieron hijos, aparecieron en la Tierra los gigantes.
Éstos son los esforzados varones de los tiempos primeros, los héroes famosos”.
Mi escepticismo saludable sobre esta cuestión me obliga a ser
imparcial, expongo los datos de un modo resumido para que el lector conozca
esta leyenda y saque sus conclusiones.
El vídeo de Roger Patterson