lunes, 29 de febrero de 2016

El cerebro vacío

Reflexionaba sobre por qué unas personas son más ruidosas que otras, más proclives a proferir insensateces, gritar y sembrar discordia al contrario de aquellas que intentan conducirse de un modo civilizado. Concluí que el individuo vociferante tiene el cerebro vacío, su mente funciona como un reflector del ruido social, retransmite la agitación de las otras personas. 

Por el contrario, la persona silenciosa se blinda ante el griterío ajeno y por consiguiente no retransmite el ruido. En el implausible supuesto de que la sociedad humana fuese silenciosa, el individuo histriónico sólo podría emitir o reflejar calma. La duda que tengo es saber de que modo se adaptaría el vociferante a la nueva situación de silencio generalizado. Las neuronas que antes funcionaban emitiendo ruido necesitarían reciclarse, un circunstancia que quizá requeriría la ayuda del psicólogo. Hemos de desconfiar de los que se entretienen en pronunciar largas y encendidas parrafadas con un nivel elevado de decibelios. Aunque pueda parecer que su cerebro está lleno de ideas y razones, en realidad es al revés; el cerebro del vociferante está vacío y sólo recibe, acumula y expele el griterío general.