No me gustan los análisis del economista Krugman. Desconfío de sus artículos extravagantes, gritones y contradictorios.
Pero no sólo soy yo el que desconfía
de las opiniones del economista estadounidense, he leído en la Red varios
comentarios críticos con el proceder de Krugman. Hace unos días, con el más
fiel estilo Nostradamus, se lanzó a profetizar una serie de hechos negativos.
Dijo que Grecia está a punto de salir del euro y alertó de una previsible
retirada masiva de dinero en Italia y España para llevarlo a Alemania. Esto conduciría
a las autoridades españolas a establecer un “corralito”, lo que obligaría a
particulares y empresas a restringir su disponibilidad de efectivo.
Tampoco queda claro el interés de Krugman por que italianos
y españoles nos dediquemos a sacar dinero y enviarlo a Alemania. Esto lo harían
los millonarios pero no la mayoría de la ciudadanía, salvo que Krugman piense
que todos los españoles son millonarios. ¿Por qué está tan interesado en que
desviemos dinero a Alemania? ¿Sugiere de un modo sibilino que debilitemos el
euro para fortalecer el dólar, la libra esterlina y el franco suizo?
Krugman se comporta de un modo imprudente y descortés,
aspira a convertirse en un gurú financiero mundial, le rodea un aura arrogante
que hace que muchos desconfiemos de sus proclamas. No me gusta ese personaje chillón.